Lectura: Salmos 51:1-19
Lo que nos proponemos hacer en el nuevo año no es tan importante como lo que realmente hicimos con el año viejo. Es por eso que te sugiero que en lugar de pensar en las resoluciones y metas para año nuevo, pensemos en lo nos planteamos como metas del año que termina.
¿Suena confuso? Esto es exactamente lo que quiero decir. Antes de hacer planes para nuestras vidas para el nuevo año y para el servicio a Dios, tenemos que resolver los problemas que todavía tenemos con el año viejo. Debemos tratar con el pecado no confesado antes de empezar hacer nuevos planes.
Así como van mermando su fuerza los vientos del año viejo, trata de alejarte de todo el mundo por un rato y ten un encuentro con Dios. Lleva contigo una Biblia, un lápiz o lapicero y una hoja de papel en blanco. En primer lugar, pasa un tiempo leyendo y meditando en el Salmo 51, la oración de arrepentimiento de David. A continuación, escribe toda la basura de este último año en la que puedas pensar y que tengas todavía que confesarle a Dios. A continuación, sigue el ejemplo de David y pídale perdón de Dios. Luego, sólo para recordar que Él borrará tus transgresiones (v.1), toma ese pedazo de papel, rómpelo en pedazos muy pequeños que nadie pueda leer (esto es muy importante pues es tu intimidad), luego puedes quemarlo o tirarlo al fondo del bote de basura.
1. Ahora si puedes comenzar el nuevo año con un corazón limpio. Eso le gana a cualquier otra resolución que jamás hayas hecho.
2. Debemos estar agradecidos con el Señor, y estar seguros de que cuando caemos podemos empezar de nuevo, si humildemente confesamos nuestros pecados, para continuar adelante con nuestro camino.
3. Tenemos que enfrentarnos a nuestros pecados antes de que podamos ponerlos detrás de nosotros, fuera de nuestra vista.
NPD/DB