Lectura: Hechos 6:8-14; 7:51-60

¿Qué daría un joven a cambio de la más reciente consola de videojuegos?  ¡Pues un joven de 19 años dio un riñón! Al parecer, no tenía suficiente dinero para comprarlo, pero lo deseaba tanto que estuvo dispuesto a arriesgarse a una cirugía.

En nuestra lectura devocional en Hechos 6 y 7, leímos sobre la forma en la cual Esteban asumió un riesgo tremendo por proclamar las buenas nuevas de Jesús.  Mientras hacía la voluntad de Dios y servía al pueblo, lo detuvieron, lo acusaron falsamente de blasfemar contra Dios y la ley mosaica, y lo llevaron frente al sumo sacerdote (Hechos 6:8-14).

Cuando estaba frente al Sumo Sacerdote, este hombre le preguntó si esas cosas eran ciertas (7:1), ante lo cual Esteban valientemente se arriesgó y predicó un mensaje que sabía de antemano que a sus oyentes no les iba a gustar.  En forma resumida les dijo que, a lo largo de la historia de Israel, la nación siempre había rechazado a los mensajeros de Dios y que ahora habían rechazado al esperado Mesías.

Por supuesto el mensaje generó una fuerte reacción. “Entonces gritaron a gran voz, se taparon los oídos y a una se precipitaron sobre él. Le echaron fuera de la ciudad y le apedrearon…” (vv. 57-58).

¿Por qué arriesgó Esteban su vida por predicar sobre Jesús? Debido a que estaba convencido de que sus oyentes debían entender que, debido a la muerte y la resurrección de Jesucristo, ya no necesitaban vivir más bajo la ley, sino en la gracia y el perdón de Dios (6:13-15; Efesios 2:8-9). Jesús murió para que podamos tener vida eterna.

  1. La navidad tan sólo fue el inicio de una historia que llevaría a Dios a un madero, a morir por amor a nosotros.
  2. La resurrección fue el nuevo inicio que nos dio la esperanza de que algún día también estaremos para siempre con Él; mientras tanto, vivamos valientemente y en esta navidad compartamos con otros el mensaje de salvación por medio de Jesús.

HG/MD

“Y puesto de rodillas clamó a gran voz: ¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y habiendo dicho esto, durmió” (Hechos 7:60).