Lectura: Juan 14:15-27

En estos días he estado hablando con unos amigos y seres queridos de dos jóvenes que murieron inesperadamente. Uno de ellos, de 39 años, el cual sufrió un ataque cardiaco fulminante y el otro un joven de 19 años de edad, el cual murió en un accidente industrial. Ambos eran creyentes y miembros de familias amorosas.

¿Qué les digo para consolarlos? ¿Cito versículos de la Biblia? ¿Trato de analizar y de explicar la providencia de Dios? No, en la mayoría de los casos estas opciones no logran nada. Las personas que sufren tan profundamente no se encuentran en un estado mental para aceptar trivialidades o explicaciones piadosas. Lo mejor que podemos hacer es mostrarles solicitud, orando por ellos y asegurándoles que Dios los consolará.

Jesús dijo a sus angustiados discípulos que después de su partida enviaría al Espíritu Santo para que fuese su Consolador (Juan 14:26). La paz que Jesús nos da viene a través del Espíritu Santo. Por lo tanto, si queremos consolar a otros debemos tener una relación estrecha con el Señor y estar consciente de Su presencia y cuidado por nosotros.  Luego, con nuestras obras y nuestra presencia silenciosa, podemos mostrarles a aquellos que sufren que nos preocupamos por ellos. También podemos orar para que perciban el ministerio consolador del Espíritu Santo en sus vidas.

  1. Dios desea que seamos canales del consuelo que Él ofrece a los afligidos.
  2. Dios nos consuela para que seamos capaces servir a otros cuando estos pasan por situaciones difíciles, y no para que simplemente nos sintamos cómodos y tranquilos, al salir de una situación complicada.

NPD/HVL