Lectura: 1 Reyes 3:1-15
Cuando un muchacho perdió el trabajo y a su novia, se quejó de que Dios no estaba siendo justo con él. No creía que el Señor estuviera siendo muy amoroso con él, ni que le estuviera brindado la ayuda que Dios promete en la Biblia. Lo que definitivamente no entendía, es que Dios es soberano y tiene un plan que va a cumplir y del cual nosotros formamos parte y que no siempre coincide con nuestros deseos o aspiraciones; además Jesús si promete su presencia y amor, pero para quienes guardan sus mandamientos, “El que tiene mis mandamientos y los guarda, él es quien me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21) también puedes leer: Juan 14:21-24; 15:9-14.
En la lectura de este día en 1 Reyes 3, podemos ver como a Dios le agradó cuando Salomón supo valorar: “Da, pues, a tu siervo un corazón que sepa escuchar, para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo…” (1 Rey. 3:9). Al Señor le pareció muy bien la petición de Salomón, al no pedirle riquezas, honor o larga vida como lo hubieran pedido otros reyes humanos (1 Reyes. 3:9-11), es por ello que también el Señor le concede bendiciones adicionales además de la sabiduría (1 Reyes. 3:11-14).
Salomón tenía 20 años cuando se convirtió en rey, y murió a una edad relativamente joven a sus 60 años (1 Rey.11:42), entonces, ¿qué pasó con su promesa de larga vida? Debemos recordar que existía una condición “Y si andas en mis caminos, guardando mis leyes y mis mandamientos, como anduvo tu padre David, yo prolongaré tus días” (1 Rey.3:14). Y debido a que Salomón: “no siguió plenamente al Señor” (1 Rey.11:6), Dios no le otorgó una larga vida.
Si ya eres un hijo (a) de Dios por la fe en Jesús, Él te ha prometido que nunca te dejará, ni te abandonará (Hebreos 13:5). No obstante, no debemos olvidar que el Señor también promete su amorosa disciplina si no cumples con Su voluntad (Hebreos 12:5-11). Es en esos momentos que puedes acudir también a Su promesa de perdón cuando confiesas tus pecados (1 Juan 1:9).
- Puedes aferrarte a las promesas de Dios, lo que no puedes hacer es arreglarlas a tu conveniencia.
- Puedes confiar en las promesas de Dios, pero nunca darlas por sentadas.
HG/MD
“Y si andas en mis caminos, guardando mis leyes y mis mandamientos, como anduvo tu padre David, yo prolongaré tus días” (1 Rey.3:14).