Lectura: Romanos 3:21-26

Muchos desearían tener un teléfono inteligente de alta gama o, dicho en otras palabras, de los más costosos, con los mejores detalles, y con las máximas prestaciones.  Es por eso que unos amigos fueron al extranjero pensando que sería divertido comprar unos cuantos y dárselos a sus amigos.

No piensen mal, ellos no gastaron todo el dinero que cuestan estos aparatos originales, sino que compraron teléfonos de imitación que venden en las calles a los turistas ilusos haciéndolos pasar por verdaderos, y a precios absolutamente ridículos; en lugar de obtener una manzana obtienen un mango y en lugar de tener una “S” en su nombre tienen una “Z” en medio de su nombre.

La mayoría de cosas en la vida que consideramos valiosas son extremadamente caras.  Pero hay una que, a diferencia de las demás y a pesar de tener el mayor valor de todas, es gratuita: la salvación.

Pero no te equivoques, que sea gratuita no significa no haya tenido un gran precio que alguien tuvo que pagar para que disfrutaras de sus beneficios, Jesús pagó todo el precio, ya que nadie podía pagar el precio que había por nuestras almas pecadoras (Efesios 2:8-9).

Ese perdón que nos ofrece Jesús, que es tan fácil de aceptar, implicó su agonía y muerte en la cruz, agradece hoy y siempre ese precioso regalo divino.

  1. Cualquiera que enseñe algo diferente con respecto a la salvación, te está ofreciendo una copia sin valor y falsa.
  2. Hoy puede ser el día de tu salvación, reconoce que te has equivocado, que las decisiones que tomaste no fueron las mejores, y sobre todo, que el pecado forma parte de tu vida aunque en ocasiones no lo quieras reconocer, acepta que Jesús murió para pagar el precio de muerte que había sobre tu vida, y que él te puede dar vida eterna a su lado (Efesios 2:1-10).

HG/MD

“Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).