Lectura: Hechos 15:1-11; 19-21

Hace algún tiempo, un grupo de productores de leche intentó hacer que su negocio fuera más “rentable”, agregándole a la leche un producto químico conocido como Melamina.

Al hacer esto, se incrementaba artificialmente el porcentaje proteico de la leche; sin embargo, hubo un problema en su negocio, este ingrediente adicional hizo que muchos niños, más de 12 mil, se enfermaran gravemente y algunos de ellos murieron.

Este tipo de adulteraciones a los productos no es nada nuevo; en muchos países aún se continúa alimentando a los animales con este químico buscando el mismo efecto, lo cual ha producido diversos problemas de salud tanto en los animales como en las personas que los consumen.

Este tipo de práctica no está reservada sólo para los alimentos, existe otro tipo de adulteración que es aún más peligrosa, la cual se da cuando las personas agregan sucesos o ideas propias al mensaje de la Palabra de Dios “…la leche de la palabra no adulterada…”, tal como describió el apóstol Pedro en 1 Pedro 2:2.  Esta expresión no adulterada implica los conceptos de “pureza” o “sin contaminación”.

La iglesia de aquellos días tuvo problemas con personas quienes consideraban que debían continuar con los rituales judíos, como una condición para la salvación (Hechos 15:1).

Por supuesto, esta idea falsa fue rechazada porque no estaba de acuerdo con la Palabra de Dios, la cual afirma que la salvación siempre ha sido obtenida debido a la gracia de Dios, su regalo inmerecido para todo aquel que cree en su obra en la cruz y posterior resurrección (Efesios 2:9-10).  Pedro alienta a sus hermanos diciéndoles: “¿por qué ponen a prueba a Dios, colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar. Más bien, nosotros creemos que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.” (Hechos 15:10-11).

  1. Siempre debes examinar a la luz de la Palabra de Dios, cualquier enseñanza que escuches o estudies.
  2. “Escudriñando cada día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Seamos como los Bereanos, quienes después de recibir las enseñanzas de Pablo la examinaban cuidadosamente.

HG/MD

 “Deseen como niños recién nacidos la leche de la palabra no adulterada para que por ella crezcan para salvación” (1 Pedro 2:2).