Lectura: Efesios 2:1-10

Existe una enfermedad mortal y silenciosa que nos asecha, las estadísticas indican que por cada muerte por Covid, mueren entre tres a cuatro personas por enfermedades cardiovasculares, y es el padecimiento que causa más muertes en personas de mediana edad.

No obstante, hay una afección más mortal que estas dos enfermedades juntas, es una enfermedad que sufrimos todos desde que nacemos, todos hemos contraído una enfermedad espiritual, que afecta nuestros corazones y vidas: “porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

Jeremías reafirma contundentemente lo dicho por Pablo: “Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y sin remedio. ¿Quién lo conocerá? (Jeremías 17:9).

El diagnóstico del Señor Jesús sobre esta enfermedad es concluyente: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias.  Estas cosas son las que contaminan al hombre…”. (Mateo 15:19-20). 

Todos requerimos un nuevo corazón para volver a tener vida. ¿Pero, quién puede hacer esto?  Requerimos del Doctor por excelencia, al Creador Jesús, y ¿cómo lo hizo?, al morir por cada uno de nosotros en la cruz del Calvario, y todo esto fue por gracia por medio de la fe, ya que es un don de Dios (Efesios 2:8).

  1. Todos necesitamos algo más que un nuevo comienzo, necesitamos un corazón nuevo.
  2. Pidamos al Señor que nos dé un corazón nuevo.

HG/MD

“Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26).