Lectura: 1 Juan 2:24-29

Oswald Chambers (1874 – 1917) escribió la siguiente frase: “No son las promesas de Dios lo que necesitamos, sino a Dios mismo”.

En estos tiempos navideños solemos decir que lo importante no son los presentes, sino estar conscientes y agradecidos con la presencia de Dios.  No obstante; puede ser que la cantidad de tiempo y esfuerzo que invertimos en la compra de regalos, muestre lo contrario.

En algunos países la entrega de regalos se hace el 6 de enero, y podríamos pensar que entonces las personas dedican este mes a meditar en las maravillas y bendiciones que nos ha regalado nuestro Señor, pero tampoco eso no es muy creíble.

Quizás tengamos buenas intenciones al decir que deseamos más la presencia de Dios que los presentes de los demás. Pero ¿cuántos podemos decir honestamente que deseamos activamente la presencia de Dios más que sus presentes?

Una situación tristemente verdadera, es que la mayoría del tiempo deseamos más las bendiciones o los regalos de Dios, que a Él mismo.  Deseamos tener salud, tranquilidad económica, conocimiento, un mejor empleo, un mejor lugar donde vivir, etc.

En realidad, es posible que Dios quiera darnos ese tipo de regalos maravillosos, pero si no tenemos una relación creciente y constante con Él simplemente no tienen sentido.  Tal como dijo David: “…En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias en tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

Así que, ¿cómo serían estos días si realmente celebráramos la presencia de Dios?

  1. Quizás los presentes y regalos terrenales nos hagan felices temporalmente, pero la plenitud de gozo tan sólo proviene de tener una vida que refleje el carácter y prioridades de Jesús.
  2. Así que imagina, cuan poderoso sería nuestro testimonio si otros en lugar de ver nuestros presentes hacia ellos, pudieran ver el gozo verdadero que proviene de una relación personal con Jesús.
  3. La presencia de Dios es uno de sus mejores regalos. Compartir con otros las buenas noticias del evangelio de Jesús, debe ser uno de nuestros regalos para Él.

HG/MD

“Me mostrarás la senda de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias en tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).