Lectura: Hebreos 13:1-8

El predicador inglés Peter Marshall (1902 –1949), murió de forma repentina a los 47 años. En uno de sus sermones dijo lo siguiente: “Cuando llegue la hora, me iré; ni un minuto antes, ni un minuto después.  Hasta entonces, no hay nada que temer.  Sé que las promesas de Dios son verdad, pues se han cumplido en mi vida una y otra vez, Jesús sigue enseñando, guiando, protegiendo, sanando y consolando, y todavía merece nuestra plena confianza y amor”.

Al leer esta hermosa frase podemos entender por qué Marshall no tenía temor del mañana.  Y al igual que David también pudo decir lo siguiente: “en tus manos están mis tiempos” (Salmos 31:15). ¿Estás seguro de que Dios te sostiene en sus poderosas manos?  Puedes decir también como el autor de Hebreos 13:6: “De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi socorro, y no temeré. ¿Qué me podrá hacer el hombre?”.

Es verdad que el futuro no se ha hecho realidad, y quizás es eso lo que nos desconcierta y nos hace dudar sobre lo que nos espera, tal como lo dice Santiago 4:14, “no saben lo que será mañana”, pero aun así podemos confiar en las promesas de Dios, pase lo que pase, el Señor estará siempre con nosotros confortándonos con palabras como las siguientes: “…Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:5).  Al saber esto, no importa cuales sean nuestras circunstancias o las preocupaciones que traiga el futuro, con confianza podemos decir: “Esperaré en ti Señor” (Salmos 39:7).

  1. Es normal sentir un poco de ansiedad ante el futuro desconocido.  No obstante, debido a la gracia de Dios, podremos enfrentarlo con valor.
  2. La preocupación nos puede perjudicar, pero la oración nunca nos defraudará.

HG/MD

“Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti” (Salmos 39:7).