Lectura: Lucas 11:1-10

¿Si tuvieras que construir una casa a quién le pedirías consejo, a un abogado o a un arquitecto? ¿Si sufrieras de un padecimiento que te impide vivir la vida con normalidad, a quién consultarías, a un doctor o a un futbolista profesional?

Es por ello que los discípulos le pidieron a Jesús: “Enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

La oración era el eje central en la vida de nuestro Señor y también quiso que fuera la de sus discípulos; es por ello que compartió con ellos lo que hoy conocemos como el “Padre Nuestro”.  La oración le sirve al creyente como guía, así como los planos le sirven al constructor para saber cuál es la casa que tiene que edificar y dónde deben ir las habitaciones, baños, techo, cimientos, entre otros.

En el modelo de oración que el Señor nos dejó, recomienda iniciar dirigiéndose a Dios como: “Padre”, posteriormente, contiene dos secciones principales con las cuales hemos de adorarle como Rey y Señor (Lucas 11:2); para la segunda parte Jesús nos recomienda que le agradezcamos a Dios por el privilegio que tenemos de ser parte de su familia, le hablemos sobre nuestra necesidad de provisión, perdón y protección, y finalmente nos pide tener su misma gracia para con otros (Lucas 11:3-4).

1.  Si se te hace difícil orar recuerda que puedes pedir a Jesús que te guíe, al igual que Él lo hizo con sus discípulos; con el tiempo y la práctica diaria, cada vez te será más sencillo hablarle.  Reconoce que Dios es tu Padre, que dependemos de Su Voluntad y que necesitamos de Él cada minuto de nuestras vidas.

2. Mientras estés en este mundo siempre necesitarás de la oración.

HG/MD

“Él les dijo: Cuando oren, digan: “Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre; venga tu reino; sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Lucas 11:2-4)