Lectura: Isaías 40:1-8

En el 2017, en Washington abrió sus puertas el que consideran como uno de los museos más importantes con respecto a la historia de la Biblia.

Los visitantes pueden disfrutar de los 3.000 objetos de su exposición permanente, entre ellos 1.200 biblias y manuscritos bíblicos, con varios ejemplares únicos. Algunos son cedidos, unos 1.600; cerca de 1.100 son propiedad del propio centro y 300 corresponden a la colección personal de Steve Green.

El proyecto ha supuesto una inversión de más de 500 millones de dólares, y nació gracias al patrocinio de Steve Green, un creyente y presidente de Hobby Lobby, una cadena con más de 1000 locales de manualidades distribuidos en todo Estados Unidos. 

Sobre este asunto, se puede añadir que la Biblia ha sido preservada a lo largo del tiempo de maneras impresionantes, y el museo narra esa historia. Las copias más antiguas que tenemos del Nuevo Testamento son más numerosas y cercanas a la fecha en que vivieron los testigos oculares de los acontecimientos registrados, que cualquier otro documento antiguo de aquella época. Sus informes sobre Cristo son más confiables que cualquiera sobre Sócrates o César.

No debería sorprendernos que Dios esté entre bambalinas utilizando a personas y circunstancias para transmitir su texto inspirado de redención. Isaías proclamó con elocuencia: “La hierba se seca y la flor se marchita; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Isaías 40:8).

  1. Cuando leemos la Biblia con un corazón abierto, anhelamos compartir su mensaje. Es la carta imperecedera de Dios para cada persona.
  2. Termina bien este año, lee hoy mismo tu Biblia, y en el nuevo año que se aproxima permite que el Dios que encontramos en la Biblia sea tu compañero de vida diariamente.

HG/MD

“La hierba se seca y la flor se marchita; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Isaías 40:8).