Lectura: Eclesiastés 5:10-20

Las cosas iban bien como se esperaba en la clase para niños de 2 años.  Pero entonces llegó “Carlitos”.  Tan pronto como lo tomamos de los brazos de su madre, se retorció y se agitó.  Como un disco rayado, se quejó una y otra vez, primero pidiendo a su mamá y luego a su papá.

Entonces al niño se le cayó una moneda del bolsillo y su son cambio de repente.  La retomó y apretó en su pequeño puño, mientras gritaba sin parar: “¡Quiero más dinero!”.  Finalmente, uno de los otros adultos pensó que talvez podía tranquilizar a Carlitos dándole otra moneda.  Pero casi inmediatamente volvió a gritar: “¡Quiero más dinero!”.

No pude evitar el pensar lo infantilmente adultas que eran esas palabras.  Claro que hay un lugar para el dinero.  Pero tal cual concluyó el sabio que escribió Eclesiastés, los que aman el dinero no se saciarán de él (Ecl.5:10).  Por tanto, la mejor forma de vivir es trabajar duro y estar agradecidamente satisfechos, mostrando que podemos administrar los recursos que tenemos sabiamente con la ayuda de Dios.

Sí, amor y confiar en Dios tiene mucho más sentido que ser como: “Carlitos”, el cual respondió a su desasosiego gritando: “¡Quiero más dinero!”.  Si tenemos al Señor en nuestras vidas, no necesitamos nada más.

  1. Ser rico en Dios es mejor, que ser rico en bienes.

 

  1. Entre más dependiente seas de Dios, menos dependiente serás del mundo.

 

NPD/MRD