Lectura: Oseas 11:1-4
Contaba un hombre recordando sus tiempos de crianza familiar: “Recuerdo aquellos días hace mucho tiempo cuando nuestros hijos estaban aprendiendo a caminar. Primero mostraron su buena disposición levantándose y dando uno o dos pasos vacilantes. Mi esposa y yo tendíamos nuestras manos y los alentábamos a caminar hacia nosotros. Los sosteníamos de las manos o por medio de tirantes en sus pantalones. Alabábamos cada esfuerzo y alentábamos cada intento. Nunca nos desalentamos, ni nos rendimos hasta que aprendieron a caminar.
Así es con nuestro Padre celestial. El “ensenó [a Israel] a andar” (Oseas 11:3). Tomó a Sus hijos “en sus brazos” y “con cuerdas humanas los condujo, con lazos de amor” (vv.3-4).
Nuestro Padre celestial está delante de nosotros con los brazos extendidos, alentándonos hacia la santidad, ansioso por cogernos cuando tropezamos. Nos levanta cuando caemos. Nunca se desalienta con nuestro progreso, ni jamás se rinde. Cuanto más difícil encontremos el proceso, tanto más cuidado y bondad El gasta.
George MacDonald lo puso así: “Dios nos ayudara cuando no podamos caminar, y nos ayudará cuando nos sea difícil caminar, pero no puede ayudarnos si no caminamos.” Aun cuando caigas, debes intentarlo de nuevo. Tu Padre te sostiene de la mano. –
1. ¿Eres agradecido con Dios cuando todo va bien?
2. ¿No le reclamas cuando todo va mal? – Job 2:8-10
NPD/DHR