Lectura: Lucas 2:1-12

Sin lugar a dudas, hace 2020 años aproximadamente, no había ningún plan para celebrar el nacimiento de Jesús.  No hubo festividades, ni vítores cuando José y María entraron a Belén buscando un lugar para pasar la noche, luego de un largo viaje desde Nazaret, la ciudad donde vivían.

No obstante, no todo era tranquilidad, las calles estaban llenas, los mesones rebosaban de personas hambrientas y sedientas por los viajes realizados, y todo debido al censo ordenado por el César (Lucas 2:1-3), y por supuesto, las personas deseaban que aquella odisea provocada por el censo terminara para volver a su “normalidad”, y en medio de todo ese tumulto que agobiaba a la pequeña ciudad de Belén, no sabían que habían entrado José y María, y que pronto en un humilde lugar un pesebre, en el que se daba de comer a los animales nacería quien 33 años después se convertiría en el Salvador.

Ayer los centros comerciales y tiendas lucían llenas, las personas preparaban cenas especiales, los niños se iban a dormir temprano para despertar temprano y abrir sus regalos, todo ello a pesar de que aún estamos en medio de una pandemia, de la que apenas empezamos a ver el inicio del fin para poder volver a la “normalidad”; mientras que algunos pocos meditaron en el verdadero regalo de amor que Dios nos dio.

Estos acontecimientos no parecen muy diferentes a los que pasaron en aquella primera Navidad; las personas sólo pensaban en sí mismas, en satisfacer sus necesidades de techo, abrigo, sustento y deseos para que termine la pandemia, y no se dieron cuenta de lo que estaba detrás de aquellas celebraciones: Jesús, el Hijo de Dios había nacido y con Él la esperanza de un Salvador para sus vidas y nuestras vidas.

  1. No permitas que las luces, los juegos artificiales de pólvora, los regalos, la comida, o la compañía te distraigan de lo que es verdaderamente importante: Dios. ¿Y qué has hecho y qué harás con Él? Recuerda NO existe normalidad sin Jesús.
  2. No puedes celebrar realmente el nacimiento de nuestro Señor, si aún no lo has invitado a ser el Señor y Salvador de tu vida.

HG/MD

“Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).