Lectura: 1 Timoteo 2:8-10; Romanos 12:1-2

Para nadie es un secreto que vivimos en un mundo acelerado, lleno de actividades y posibilidades, y en esta coyuntura, una vez hablando con un joven con respecto a lo que nos espera en el futuro como creyentes y como iglesia, él me dijo que en ocasiones se sentía con mucha presión debido a lo que creían y hacían sus amigos, incluso algunos de ellos le llegaron a decir que eso de asistir a la iglesia y creer en Dios, era algo de la “vieja escuela y que estaba pasado de moda”.

Al pensar en el razonamiento de estos jóvenes, creo que de cierta forma en parte tienen razón.  Por supuesto las modas siempre cambian, lo que vestimos hoy no es lo mismo que vestían las personas hace 100 años, y la forma de hablar no es la misma tampoco, si lo vemos desde el punto de vista de la iglesia, hoy cantamos canciones diferentes a las que se entonaban hace 400 años y eso está bien, las formas cambian.

Pero los principios bíblicos sobre los cuales está basada nuestra fe, esos no cambian, “esa vieja escuela” es eterna, aunque se escribieron hace milenios, son aplicables para nuestra época y debemos estudiarlos para que Dios nos guíe con respecto a su correcto uso.

Tal como lo indicó el apóstol Pablo también hace muchos años: “No se conformen a este mundo” (Romanos 12:2), ese es un principio que podemos aplicar para traer luz a muchas de las acciones y formas de vivir que las personas dicen que están pasadas de moda.

  1. Así que, continúa obedeciendo a los principios bíblicos aplicables para este tiempo, estos nunca serán obsoletos.
  2. Pide a Dios la guía y sabiduría para discernir entre lo bueno y lo malo (Romanos 8:26).

HG/MD

“Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque no sabemos cómo debiéramos orar pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).