Lectura: Deuteronomio 6:4-12
Caroline había estado percibiendo que sus hijos de 6 y 8 años empezaban a tener un problema con el agradecimiento, sabía que era muy fácil caer en ese tipo de mentalidad y los problemas que traería a futuro, por eso ideó un sencillo plan, empezó a colocar lazos de regalo en todos los objetos o lugares que se encontraba y que utilizaban cotidianamente sus hijos, así que los ubicó en los interruptores, en las puertas de la despensa, en la refrigeradora, en el frasco de las galletas y en los grifos del agua.
Además de colocar los lazos, al lado escribió un versículo bíblico que hablaba de la gratitud, y en otros escribió frases como la siguiente: “Dios es tan bueno con nosotros que nos ha dado este regalo”, “Gracias Dios por poner en nuestra mesa comida”, “Gracias Señor porque debido al trabajo de nuestros padres tenemos esto”.
El Señor también sabía que su pueblo Israel estaría tentado a ser muy malagradecido; en nuestra lectura devocional en Deuteronomio sabía que iban a mudarse a casas que no habían construido, campos que no habían plantado, y disfrutarían de cisternas que no habían planificado, por lo que no debían olvidar que todas aquellas bendiciones inmerecidas provenían de una sola fuente: “el Señor tu Dios”; Moisés no quería que su pueblo se olvidara de aquella poderosa realidad (Deuteronomio 6:9-12).
Es muy sencillo que durante los momentos de nuestra vida cuando todo va bien, en estas épocas llenas de celebraciones o cuando somos jóvenes y soñadores, perdamos el enfoque correcto y olvidemos nuestra dependencia total de la gracia y misericordia de Dios.
- Señor, sabemos que todo lo que tenemos proviene de ti, gracias por tu amor inmerecido.
- Agradezcamos hoy por las bendiciones que damos por descontado pero que disfrutamos por la misericordia de Dios y seamos un canal de bendición para otros.
HG/MD
“Nunca jamás me olvidaré de tus ordenanzas porque con ellas me has vivificado” (Salmos 119:93).