Lectura: 1 Pedro 4:7-11

Es común ver las principales carreteras de nuestros países repletas de enormes camiones, furgones de carga y vehículos de remolque. Cuando tenemos prisa, tendemos a verlos como un obstáculo para los que viajamos en autos pequeños. Nos olvidamos de que los conductores de esos inmensos vehículos de trasporte son administradores que te sirven a ti y a mí. Después de reunir toda clase de mercancías que necesita la gente en todas partes, sólo tienen un objetivo: entregar la mercancía. ¡Cuántos problemas tendríamos sin su servicio!

El Apóstol Pedro escribió que los creyentes son llamados a ser buenos administradores de los vastos recursos de Dios. A esos recursos llamó “la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). El vehículo para recibir y entregar la “mercancía de Dios” es una vida consagrada. Y la singularidad de ese vehículo la determina la capacidad individual que Dios da a cada persona. Una vez dedicamos esa capacidad para que Dios la use para Su gloria, nuestro objetivo debe ser entregar la mercancía. Si no lo hacemos, los demás no serán bendecidos por nuestras vidas, y existe la posibilidad de que padezcan desnutrición espiritual y toda clase de malentendidos.

Pedro hizo hincapié en que el uso de nuestros dones es un ministerio de dos vías a medida que nos servimos mutuamente (verso 10). En tu viaje por el camino de la vida, no veas los otros vehículos de la gracia de Dios, como un obstáculo. Ya que podrías estar impidiendo que las bendiciones se distribuyan a los necesitados con hambre espiritual.

1. Nunca haremos demasiado para Aquel que dio por nosotros todo.

2. Siempre debes estar listo para ser vehículo del mensaje de salvación de Dios a los que lo necesitan.

NPD/JEY