Lectura: Hechos 8:9-23
Aquellos a quienes les gusta el cuidado del jardín, deben tener algunas precauciones a la hora de mantenerlo. Por ejemplo, la hiedra venenosa se parece a muchas plantas inofensivas y crece junto a algunas sumamente hermosas. Una dama, no entendía por qué cada vez que podaba sus rosas terminaba con sarpullido en sus brazos y manos. Con el tiempo descubrió que una planta de hiedra venenosa había crecido sigilosa entre su rosal, aprovechando los cuidados amorosos que ella le daba.
Existen personas que son como las plantas tóxicas. Aparentan ser inofensivas y fragantes, e incluso, sin nosotros saberlo, se entremezclan con personas gentiles, pero tal y como sucede con la historia del rosal, finalmente atacan con su veneno sin nosotros saberlo.
En la lectura devocional se encuentra la historia de Simón el mago, quien, al parecer, por curiosidad y moda, siguió a Felipe e incluso fue bautizado; sin embargo, al poco tiempo mostró su verdadero rostro, intentó comprar el don para que las personas recibieran al Espíritu Santo a través suyo. Al oírlo Pedro se sorprendió por lo que estaba pidiendo y lo instó a arrepentirse (Hechos 8:22).
Este tipo de personas tóxicas, a menudo se introducen en las iglesias y relaciones saludables para tratar de alcanzar sus intereses egoístas. Y así como la hiedra venenosa que crece en medio del rosal, llegan a causar mucho daño y tristeza a quienes los rodean. Al igual que Pedro, cuando detectes ese tipo de comportamientos en una persona, debes exhortarlo para que se arrepienta de sus malos hábitos; si no lo hace, ora por esa persona, y no la tengas como alguien confiable, no como una forma de desprecio, sino porque se trata de alguien que posiblemente no ha experimentado aún el don de la salvación en Jesús. (Mateo 18:15-17).
- Ten cuidado con los imitadores espirituales, parecen buenos, pero su fruto es tóxico.
- Pide a Dios que te de sabiduría y entendimiento para detectar cuando una persona tóxica se está acercando demasiado a tu vida; en lugar de permitir que envenene, muéstrale el mejor de los remedios, a Cristo Jesús.
HG/MD
“Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de lo que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte” (2 Corintios 7:10).