Lectura: Juan 14:1-6

Cuando la muerte invade nuestras vidas, necesitamos un santuario, un lugar seguro que nos dé un atisbo de esperanza frente al telón oscuro de la tristeza. Esto nunca fue más claro como para el pastor John Claypool, días después de la muerte de su pequeña hija.

El domingo después del funeral, Claypool dijo a su congregación que él amaba la promesa en Isaías 40:31 que nos habla la fuerza renovada a los que confían en el Señor. Pero en esa mañana su espíritu no se había disparado como un águila, ni se sentía en condiciones de expresar lo que sentía.  De hecho, dijo, que apenas caminaba.

Claypool encontró fuerza y ​​valor, para seguir adelante después de su tragedia, gracias a lo que decía en otro pasaje  en Juan 14.  Al leer acerca de la promesa de Jesús a los creyentes que van a estar con Él en el cielo,  Claypool comenzó a encontrar consuelo.  Estaba seguro de que Jesús había preparado un lugar mejor para su hija y que ella estaba con el Señor. «Lo único que me mantiene», dijo a sus oyentes: «es la promesa de que mi hija está en los brazos de Jesús.»

Nuestro Salvador está preparando un lugar mejor para todos los que hemos puesto nuestra confianza en Él. No es sólo una esperanza futura; también es una realidad presente, una realidad que nos da el confort que necesitamos para hacerle frente a la muerte de alguien cercano.

1. La muerte de las personas que amamos  nos trae gran tristeza y un dolor profundo; sin embargo si nuestros seres queridos han puesto su confianza en el Señor, nuestra pérdida se convertirá en una ganancia.  Fil. 1:20-26.

2. Nuestro mayor consuelo en la tristeza, es saber que Jesús vive.

NPD/DB