Lectura: 1 Corintios 12:12-26
Luego de trabajar durante 35 años en su consultorio, el doctor decidió que era momento de jubilarse y descansar de su larga trayectoria como doctor.
No obstante, gracias a un misionero quien visitó su iglesia, escuchó acerca de la necesidad de atención médica que tenían en un país en desarrollo y decidió que aún podía dar un poco más, pero no sabía cómo hacerlo.
A medida que conocía más detalles sobre las personas a quienes había decidido ayudar, descubrió que nunca habían sido atendidos por un médico de su especialidad. Poco después, alguien mencionó este versículo en su iglesia: “…si un miembro padece, todos los miembros se conduelen con él…” (1 Corintios 12:26). Desde ese momento, no pudo sacarse el texto de la mente. Los creyentes en ese país estaban sufriendo porque necesitaban asistencia médica, y el doctor sintió que Dios le decía que hiciera algo. Pero, ¿qué debía hacer?
A pesar de su edad, empezó a averiguar sobre la posibilidad de pasar durante algunos meses ayudando a las familias en ese lugar, y debido a su gran experiencia podría impartir capacitaciones a los otros médicos que vivían allí; también planeó que durante una parte del año disfrutaría del lugar con su familia.
Con los años comprendió que podía hacer más y empezó una campaña para construir un centro médico en ese país. Poco a poco, Dios reunió personas y recursos, y años después, el hospital abrió sus puertas como un recordatorio del interés del Señor por los que sufren. Desde entonces, miles han sido atendidos en este centro.
- Dios obra a través de personas como nosotros, aun cuando pensemos que ya terminó nuestra labor.
- ¿Estás dispuesto a dar un poco de lo mucho que te ha dado el Señor para ayudar a otros? Recuerda, de la vida cristiana no hay jubilación.
HG/MD
“De manera que, si un miembro padece, todos los miembros se conduelen con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros se gozan con él” (1 Corintios 12:26).
0 comentarios