Lectura: Génesis 29:31-35

En el estudio llevado a cabo en una universidad para entender mejor el comportamiento juvenil, se contrató a varios estudiantes universitarios avanzados, en carreras afines a las ciencias sociales, pero que todavía tuvieran una apariencia muy juvenil, lo anterior para incorporarlos por un par de meses como “alumnos” de secundaria.

Parte de las conclusiones del estudio, fue que las redes sociales juegan un papel fundamental en la autoestima de los jóvenes, hasta el punto de llegar a la depresión si una de sus publicaciones no tiene suficientes vistas o “me gusta”.

Sin lugar a dudas siempre ha existido el anhelo por la aceptación de otros.  En el capítulo 35 del libro de Génesis, se nos dice que Jacob menospreciaba a Lea y a ella le dolía en gran manera, esto lo demuestran los significados de los nombres de sus tres primeros hijos: Rubén (Vean al hijo, v.32), Simeón (oír, v.33), Levi (Ligar, v.34); pensaba que con eso lograría la aceptación de su esposo que tanto deseaba.

Tuvo un cuarto y último hijo al cual llamó Judá (alabar, v.35). Lea finalmente entendió cuanto la amaba Dios y que debía volverse a Él, y no a su esposo, para encontrarle sentido a su vida.  Es interesante leer que fue a través de la descendencia de este cuarto hijo, que vino el linaje de Jesús.

Podemos equivocarnos al tratar de hallar nuestro significado a través de personas o de cosas, pero nuestra identidad verdadera tan sólo puede ser hallada en Jesús, como hijos e hijas de Dios, coherederos con Cristo y futuros habitantes de las moradas celestiales al lado de nuestro Señor.

  1. Nada se compara con la excelencia de “conocer a Cristo Jesús” (Filipenses 3:8), en quien encontramos nuestra razón de ser y una vida sin igual.
  2. Solamente conociendo a Jesús como Señor y Salvador, podemos comprender lo bendecidos y completos que somos en Él.

HG/MD

“Y aún más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura a fin de ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).