Lectura: 1 Juan 4:7-11

Daniela estaba un tanto nerviosa porque desde que era pequeña no había vuelto a asistir a una actividad de la iglesia.  Pero, en esta oportunidad aceptó asistir por compromiso con una amiga, quien la había invitado a una actividad especial que el grupo de jóvenes le había preparado.

Ella no sabía qué esperar de la actividad, además de su amiga no conocía nada ni a nadie en ese grupo de jóvenes.  Sin embargo, cuando llegó a la actividad, su intranquilidad empezó a desaparecer cuando empezaron los primeros juegos, y especialmente una actividad la conmovió; al final le dieron un sobre con pequeñas notas de todas las personas que habían ido a la actividad, se sintió apreciada y amada por personas que la habían conocido tan sólo hacía unas horas.

Ese día se sintió tan bien que aceptó la invitación de ir a la siguiente reunión del grupo de jóvenes, donde escuchó que Dios también la amaba a pesar de su pecado y aceptó el perdón que Jesús le estaba ofreciendo. 

El grupo juvenil le compartió una fragancia del amor de Dios y finalmente, pasado un tiempo entendió en su corazón que podía confiar en Dios.   Sobre este tema el apóstol Juan dijo lo siguiente: “Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Juan 4:11).

  1. Es tu privilegio difundir la fragancia de su Amor, a aquellos que aún no lo conocen o a quienes necesitan su cuidado.
  2. Comparte intencionalmente el mensaje de salvación con otros.

HG/MD

“Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Juan 4:11).