Lectura: Juan 2:21

Mientras tanto que Jesús  “echó a todos del templo”, se corrió la voz que había problemas  y los líderes judíos llegaron corriendo para ver que estaba sucediendo allí.  Algunos de ellos probablemente habían visto lo que Jesús estaba haciendo y le pidieron una “señal” del cielo que probara que Él tenía la autoridad de profeta para hacer tal cosa.  Ellos querían que Jesús respondiera por sus hechos.  Ellos dijeron: “¿Qué señal puedes mostrarnos para actuar de esta manera?

Juan señala acá que Jesús es mayor que el templo y que tiene autoridad para gobernar.  Jesús les responde con la señal sobre el templo: “Destruyan este templo, y lo levantaré de nuevo en tres días.”  Los ojos de los líderes judíos estaban tan cegados con la estructura del gran templo construido por Herodes el Grande.  Ya que este había tomado 46 años en su construcción, así que ellos no podían ver que Jesús se refería a su cuerpo (Juan 2:21).  Más tarde Esteban le diría al mismo grupo de personas en Hechos 7:48-49: “Sin embargo, el Altísimo no habita en casas construidas por manos humanas. Como dice el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies.  ¿Qué clase de casa me construirán? —Dice el Señor—. ¿O qué lugar de descanso? ¿No es mi mano la que ha hecho todas estas cosas?

El cuerpo de Jesús era el templo, donde vive la misma presencia de Dios.  Jesús dijo: “Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras. Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí; o al menos créanme por las obras mismas.” –Juan 14:10-11.  Dios vino y habitó Él mismo en el cuerpo humano de Jesús.

  1. Jesús es verdaderamente el templo de Dios y nosotros también, ya que 1 Corintios 3:16 nos enseña eso: “¿No saben que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en ustedes?”
  1. El apóstol Pablo nos advierte de las consecuencias de esta verdad en 1 Corintios 6:18-20: “Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.”

SL/ME

Jesús: El Templo. “Pero el templo al que se refería era su propio cuerpo” –Juan 2:21

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.