Lectura: Romanos 8:1-17

Cada vez es más común la confusión que tienen muchas personas con respecto a creencias que son promocionadas en series, películas, ejercicios y por medio de algunos de sus amigos o amigas.

Tomemos por ejemplo el concepto del karma, el cual es un concepto hindú que tiene como base la reencarnación, y dice que mis acciones presentes afectarán mis “futuras vidas”, o lo que estoy viviendo ahora es resultado de “malas o buenas” decisiones del pasado.

Ahora bien, el cristianismo está fundado sobre la Biblia como nuestra autoridad en la manera de vivir y servir a Dios cada día.  Lo que creemos debe determinar lo que hacemos y no debería verse afectado por los sentimientos, ya que cuando nos sentimos desalentados por las dificultades o los fracasos, es fácil ceder ante la idea de que no hay esperanza y que en realidad no podemos cambiar; o, por otro lado, existe la posibilidad de terminar con la idea equivocada de que no hay problema y no hay de que temer por hacer lo que deseamos, ya que no habrá consecuencias.

Las buenas nuevas del evangelio son que Cristo ha irrumpido en el tiempo con una dimensión de la vida totalmente nueva: “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:1-2).  No se trata de nuestro rendimiento personal mejorado, sino de nuestra fe en el Hijo de Dios lo que nos colocó en un camino distinto y nos da el poder para permanecer en él.

Cuando Cristo vive en nosotros, habita en todas las partes de nuestra vida y nos da poder. Ya no tenemos que obedecer los pensamientos negativos de nuestra mente ni los apetitos destructivos de nuestro cuerpo. Romanos 8 es un pasaje que llama al estudio, la meditación y la consideración en actitud de oración. Su doctrina, que da vida, conduce a una existencia controlada por el Espíritu Santo y llena de poder y paz.

  1. No es karma, son las consecuencias del pecado en nuestra vida (Romanos 3:23).
  2. Pero hay una solución…: “Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).

HG/MD

“Pues no recibieron el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor, sino que recibieron el espíritu de adopción como hijos, en el cual clamamos: “¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15).