Lectura: Romanos 6:15-23
Un hombre quiso agradecer a uno de sus amigos con un regalo muy preciado. Cuando el hombre ofreció el regalo, el amigo dijo lo siguiente: “Esto es demasiado caro como para que yo lo reciba”. El hombre respondió “Pero para mí dártelo no es demasiado”.
Al pensar en toda nuestra maldad y rebeldía, las cuales podemos ver día con día, el “don inefable” de Dios (2 Corintios 9:15) y Su perdón mediante el sacrificio de Jesús, parece demasiado para nosotros, pecadores consumados. Pero Dios es tan rico en misericordia que para Él darlo no es demasiado.
Se dice que: “lo más generoso que Dios ha hecho fue convertirse en hombre”. Jesús dejó la gloria que lo envolvía en el cielo, para abrazar la extrema humillación de ser clavado en una cruz, cual si fuera un criminal; todo para ofrecernos las riquezas de su salvación (Filipenses 2:5-8).
No es fácil comprender la razón de tan grande regalo de amor, que además de eso nos brinda la herencia eterna de ser hijos adoptivos de Dios (Romanos 8:15).
Nadie puede estimar la preciosa magnitud del amor de Dios, al ofrecernos gratuitamente su salvación. Todo lo que podemos hacer ahora y por toda la eternidad, es postrarnos en adoración delante de Dios, y alabarle diariamente.
- Hoy no le pidas nada a Dios, tan sólo agradece el don inefable (inexplicable) de su salvación.
- La alabanza es el lenguaje de un corazón liberado por el perdón de Dios.
HG/MD
“¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15).