Lectura: 2 Corintios 4:1-12

¿Qué pensarías de un jugador de béisbol que jugara siete temporadas sin golpear una pelota en terreno bueno?  Uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, Mickey Mantle, hizo el equivalente de eso. Sus turnos al bate y ponches suman más de 3.400 viajes al plato de bateo o sea siete temporadas, sin conectar una bola en terreno bueno.

O ¿qué pensarías de un inventor que pasara meses y meses en intentos infructuosos por hacer que sus experimentos funcionaran? Thomas Edison, quizá el más grande inventor de la historia estadounidense, pasó muchos meses probando sus experimentos, antes de encontrar un filamento que mantuviera encendida su luz incandescente.

La lección detrás de estas experiencias es clara: Tenemos que mirar por encima de los fallos y seguir perseverando.

No puedo pensar en un mejor ejemplo de alguien que perseveró a pesar del fracaso aparente se trata del apóstol Pablo.  Su lista de fracasos llevaría a la mayoría de nosotros a la desesperación.  Por un lado, las personas en una iglesia que él fundó en Corinto tropezaron en todos los males posibles. Por otro, fue a la cárcel en numerosas ocasiones.  El sufrió naufragios, golpizas y traiciones (2 Cor. 11:23-27), no podríamos tener una mejor imagen de la derrota, que la que expone la vida de Pablo. Sin embargo, el ministerio de Pablo es recordado por su éxito a prueba de todo.

1. Tenemos que aprender a mirar más allá de nuestros fracasos. Debido a la misericordia de Dios, no debemos desfallecer,  “Por esto, ya que por la misericordia de Dios tenemos este ministerio, no nos desanimamos” (2 Cor. 4:1).

2. El éxito a menudo se levanta de las cenizas del fracaso.

NPD/DB