Lectura: 1 Corintios 9:11-23

Luego de terminar el partido, un periodista deportivo creyente estaba hablando con uno de los jugadores quien también era creyente.  Mientras conversaban entre ellos sobre temas de la fe, pasó a su lado otro jugador que no era creyente y quien estaba profundamente enojado pues habían perdido el juego; así que al pasar les dijo: “Deberían de estar hablando del partido y no de su fe, eso es lo que importa en este momento”.  El jugador creyente le dijo al reportero: “Lo lamento, simplemente no entiende”.

Estamos en medio de un mundo donde las personas “no quieren entender”.  Y no quieren entender por tres sencillas razones:

– Porque no calza con su concepción de “justicia” basada en méritos. 

– Porque tendrían que renunciar a su equivocada manera de vivir.

– Porque creen que son buenos y no necesitan ser perdonados.

Estas son las razones por las cuales el mensaje de la cruz es locura, el inocente dando su vida por el culpable (1 Corintios 1:18-21).

Por otra parte, también es importante entender que todo cuanto haces, debes realizarlo de la mejor manera que puedas pues recibes un reconocimiento por ello, un salario la mayoría de las veces, y porque todo debes hacerlo como para Dios (Colosenses 3:23); eso sí, no hay que perder de vista que dentro de todas las cosas hay algunas más importantes que otras.

Y a eso se refiere el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, en el capítulo 9, cuando explica que él y los que sirven en su ministerio, estaban en su derecho de ser reconocidos monetariamente por la labor que realizaban, pero ellos voluntariamente aceptaron que: “nunca usamos de este derecho; más bien, lo soportamos todo para no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo” (v.12). Su objetivo principal era llevar el mensaje de salvación a cuántos pudieran: “¡ay de mí si no anuncio el evangelio!” (v.16); y una forma efectiva de hacerlo es a través de tu testimonio (1 Pedro 3:15).

  1. Si bien es cierto estás rodeado de personas que no quieren entender, aun así, debes cumplir con la misión de compartir con ellos las buenas nuevas de salvación.
  2. ¿Cuál es la meta principal de tu vida? Piénsalo muy bien y decide a quién quieres servir.

HG/MD

“Y todo lo que hagan, sea de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17).