Lectura: Salmo 119:97-104

Mi esposa a menudo me dice las siguientes palabras: “¡No comas tan rápido! Tranquilízate un poco y disfruta la comida”.  Hace esto porque comúnmente yo termino de comer mucho antes, mientras que ella se toma el tiempo para saborear cada bocado.

Esto me lleva a preguntarme si también esa es una de las malas costumbres que tenemos al leer y estudiar la Palabra de Dios, no la saboreamos.  Sobre esto, el salmista nos dice: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!” (Salmo 119:103).

Ahora bien, ¿qué beneficios tiene deleitarse en la provechosa comida de las Escrituras?  
Alimentarse diariamente de la Palabra de Dios ayuda a prevenir que la ansiedad, el orgullo, el miedo y la tentación invadan nuestro corazón desnutrido, además, nos fortalece para tener una vida victoriosa.

La Biblia nos da sabiduría y entendimiento (vv. 98-100), y nos ayuda a refrenar nuestros pies del mal (v. 101). Tal como nuestro aparato digestivo distribuye los nutrientes en el cuerpo, digerir la Palabra de Dios alimenta nuestra mente, emociones y voluntad.

  1. En lugar de leer y estudiar la Biblia con prisa antes de salir corriendo de casa, es importante que apartes un tiempo y un lugar donde puedas tener verdadera comunión con Dios.
  2. Tómate tu tiempo y disfruta saboreando las riquezas de la Palabra de Dios.

HG/MD

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!” (Salmo 119:103).