Lectura: Juan 10:1-21

Resulta muy triste cuando vemos a un(a) joven alejarse de la fe con la cual creció; la tristeza reemplaza al gozo cuando ese miembro de la familia renuncia a los principios que un día siguió.

Una vez una mujer me compartió lo que sintió, al ver a su hijo, quien asistía cotidianamente a la iglesia cuando era niño, volverse y revelarse en su adolescencia contra el Dios al cual decía amar. Aquellos fueron años muy tristes para esta madre, hasta que el muchacho se enfrentó a las consecuencias de sus decisiones, comprendió la magnitud de sus actos, reconoció sus errores y decidió volverse al Señor a quien había olvidado durante esos años. La mujer dijo: la diferencia fue como encender una luz en un cuarto oscuro.

En Juan 10:10 leímos sobre el contraste entre el gozo de la vida en Cristo y la ansiedad causada por una vida entregada a Satanás.  El enemigo se viste engañosamente como un “ángel de luz” (2 Cor. 11:14), pero su deseo final es arruinar la vida que Dios quiere que disfrutemos.  Satanás es un ladrón que literalmente roba, manipula y destruye; a diferencia de Jesús quien es el dador de vida y vida abundante.  Al pensar un poco más en esto, podemos pensar en Judas, aquel que traicionó a su Maestro; fue engañado y seducido por unas pocas monedas y no pudo soportar el peso de aquella traición, nunca entendió con quien había compartido por tantos años, tuvo a su Señor al lado pero nunca lo conoció.

  1. El mundo y sus deseos siempre tratarán de seducirte con sus mejores estrategias, ¿a quién le confiarás tu vida?, ¿al ladrón o al Salvador?
  2. La verdad de Dios es la mejor protección contra las mentiras de Satanás.

HG/MD

“El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)