Lectura: Eclesiastés 12:1-14

La Convención Demócrata había terminado. Todos los delegados se habían ido a casa. Pero en un área de almacenamiento oscura en el Museo Nacional de Historia Americana del Instituto Smithsoniano estaban siendo conservados esos momentos. Dos historiadores del Smithsonian se habían mezclado entre la multitud del Madison Square Garden, hurgando en los recuerdos de los asistentes, los cuales evocaban el espíritu de este tipo de convenciones realizadas durante muchos años: amigos, pensamientos, ilusiones, ponencias, confeti, banderas, carteles hechos a mano, en fin recuerdos de todo tipo.

Los que trabajan en preservar el espíritu del pasado están involucrados en una actividad divina.  Ellos nos recuerdan que todo es importante. ¡Todo!

Pero muchas veces nos olvidamos de eso.  Nuestros cuerpos envejecen, las circunstancias cambian, y otros tipos de pérdidas hacen que nos preguntemos si hay algo que realmente importe. ¿Qué sentido tiene todo si perdemos todo al final?

Salomón también se preguntó esto.  Por un tiempo pensó que todo estaba destinado a ser inútil y olvidado. Pero cuando volvió en sí y se acordó de su Creador, vio que todo es importante, ya sea para bien o para mal. Dios juzgará toda obra y motivo (Eclesiastés 12:14).

Salomón llegó a la conclusión: “El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre.” (Ecles.12:13 NVI).

  1. La única manera de encontrar la plenitud es obedecer a Dios.
  1. Todo en la vida tiene significado eterno, para bien o para mal.  ¿Estás consiente de esto?

NPD/MDH