Lectura: Génesis 43:1-10

Judá estaba dispuesto a asumir la responsabilidad de llevar a su hermano Benjamín de regreso a Egipto (Génesis 43:9).  Si algo le pasaba, Judá aceptaría la culpa.  Esta es una característica poco común en la naturaleza humana, ya que por lo general optamos por culpar a los demás.

Un día me dirigía al trabajo y fui testigo de un accidente de automóviles; inmediatamente ambos conductores empezaron a discutir sobre quien tenía la culpa, uno decía: “ibas demasiado rápido”, el otro le respondía, “pero yo iba por mi carril y usted lo invadió”, el otro replicó: “usted no puso las luces direccionales”. Luego de un rato llegó la policía, pero esto no evitó que siguieran con la discusión.

Sin duda, una de las cosas más difíciles de aceptar es la culpa; es verdaderamente difícil pronunciar las palabras que muy pocos quieren decir: “Me equivoqué”.  Pero, ¿por qué sucede esto?  No siempre se trata de deshonestidad deliberada.  La verdadera razón, es que sencillamente vemos los hechos sólo desde nuestra propia perspectiva; sin embargo, todo cambia si los vemos desde el punto de vista de otra persona.

Toda moneda tiene dos caras, nunca podrás empezar a ver los dos lados hasta que dejes de acusar y decidas escuchar humildemente a la otra persona.

  1. Si quieres resolver un conflicto, necesitas estar dispuesto a aceptar la culpa.
  2. Si quieres estar en lo correcto, disponte a admitir que te has equivocado.

HG/MD

“En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen” (Filipenses 4:8).