Mártires de la Fe
Más que vasos de barro
Iglesia de la Gracia, Sonmin, Dushanbe, Tayikistán, años 90’s
Era domingo y la congregación de la Iglesia de Gracia Sonmin en Dushanbe, Tayikistán, se había reunido para su servicio de adoración semanal. Aunque su país estaba libre del gobierno opresivo comunista, los musulmanes radicales aún se oponían abiertamente a la iglesia. La opresión sólo había cambiado de manos de una autoridad terrorista a otra.
En el momento que el ministro visitante terminaba con su sermón, una fuerte explosión al fondo de la iglesia estremeció el edificio. Una bomba. En un momento, los creyentes pasaron de estar adorando a Dios, a correr sin parar con el fin de salvar sus vidas. Trataron de escapar al pasillo, pero otra bomba explotó en su ruta de escape. Había cuerpos y sangre por todas partes en la iglesia que una vez fue llamada un santuario.
Una anciana yacía en el suelo, sin poder moverse. La Biblia que había estado estudiando momentos antes en un servicio de adoración cayó junto a ella, manchada por su sangre. Estaba abierta en una página donde había marcado tres versículos algún tiempo antes del ataque a su iglesia.
Con todo, tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros. Estamos atribulados en todo pero no angustiados; perplejos pero no desesperados; perseguidos pero no desamparados; abatidos pero no destruidos. 2 Cor.4:7-9
El enemigo quebrantó el cuerpo físico de aquella anciana, su «vaso de barro», pero su tesoro interior se reveló cuando entregó su espíritu al Creador al morir, días después de este atentado.
Somos más consientes que nunca de que la muerte puede venir de repente a manos de nuestro enemigo. Aun así, no tiene que temerle a la muerte. Después{es de todo, lo peor que nuestro enemigo puede hacernos es matar nuestro cuerpo mortal. Su cuerpo físico no es el verdadero «usted». Consuélese hoy sabiendo que el tesoro de su alma no lo pueden tocar.
Siempre llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús por todas partes para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos expuestos a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal – 2 Cor.4:7-9
Tomado de: Devoción Extrema, la Voz de los Mártires, pág.214