Lectura: 2 Corintios 2:14-17

¿La sal es buena o es mala?  No es una pregunta fácil de responder.  Por ejemplo, un atleta necesita un poco de sal para impedir caer en deshidratación, pero esa misma sal es la que causa que muchas personas tengan problemas con la presión arterial alta.  De una manera similar en los países que tienen temporadas con nieve, es común que se rocié sal en las carretas para derretir el hielo, pero esa misma sal hace que autos se oxiden. 

Los principios que aprendemos en la vida, también tienen más de una faceta.  A medida que comprendemos más y más con respecto a lo que nos dice la Palabra de Dios sobre un tema en particular, vamos entendiendo más profundamente cómo debemos aplicar un determinado principio que Dios nos muestra por medio de la Biblia.

Como creyentes, Jesús nos dijo que somos la sal que preserva la tierra (Mateo 5:13), pero de la misma forma somos un indicativo de muerte para aquellos que rechazan el plan de salvación que Jesús ofrece (2 Corintios 2:15-16).

El Señor también mostró en su ministerio esas dos facetas, la de Salvador lleno de gracia y misericordia, para quienes acuden a Él por medio de la fe (Mateo 8:5-13), pero también la de juez cuya justicia recae sobre quienes lo resisten (Mateo 23).

  1. Si en verdad reflejamos en nuestras vidas el carácter y prioridades de Jesús, también otros podrán oler el aroma de la vida que Él ofrece; sin embargo, también podrán advertir el aroma de la muerte al rechazar el regalo de salvación (Romanos 6:23).
  2. Existe un principio que debes tener siempre presente, si eres como Cristo, no serás del agrado de todos (1 Corintios 11:1; Juan 16:33).

HG/MD

“Porque para Dios somos olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden. A los unos, olor de muerte para muerte; mientras que a los otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:15-16).