Lectura: Isaías 53:1-12

Se supone que como creyentes entendemos el significado espiritual del sacrificio del Señor en la cruz.  No obstante, es muy sencillo olvidar todo el sufrimiento que Jesús tuvo que soportar en esa situación que lo llevó finalmente a la muerte física.  Pero el peor momento que tuvo que sufrir fue la separación de su Padre, ninguno de nosotros tiene la capacidad de entender lo horrible que fue esta situación para Él.

El autor Dan Baumann, nos invita a meditar en el hecho de cuánta gratitud debemos tener hacia el Señor debido a lo que Él hizo por nosotros.  Escribió lo siguiente: “Tal vez hayamos idealizado la cruz de manera imprudente y a veces inconsciente.  Las cruces que se ubican en algunas iglesias a menudo son decorativas y atractivas, pero no transmiten nada acerca de la verdadera historia de la crucifixión; se trataba del método más doloroso de muerte pública en el primer siglo.  La víctima era colocada sobre una cruz de madera.  Se clavaban clavos…en las manos y los pies de la víctima, y luego se levantaba la cruz y se sacudía en el suelo, con el fin de rasgarle la carne al crucificado, atormentando todo su cuerpo con un dolor agudísimo.  Los historiadores nos recuerdan que ni siquiera los soldados podían acostumbrarse a la horrible vista, y a menudo tomaban bebidas fuertes para “adormecer sus sentidos”.

  1. Teniendo en mente este conocimiento sobre la realidad de la cruz, démosle gracias a Dios cada día, porque en realidad no merecíamos tal sacrificio de amor por nosotros. Nos amó tanto que estuvo dispuesto a ser atormentado en una cruz en la que deberíamos haber estado cada uno de nosotros.  ¡Te amamos Señor, por darnos lo que no merecíamos, tu perdón
  2. Nunca podremos sacrificar lo suficiente por Aquel que lo sacrificó todo por nosotros.

HG/MD

“y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2:8)