Lectura: Lucas 9:1-2,10-17
El comediante Fred Allen (1894-1956), dijo: “Una celebridad es una persona que se esfuerza toda su vida para ser conocida, y luego, usa anteojos oscuros para evitar que la reconozcan”. Por supuesto, la fama implica la inmediata pérdida de la privacidad, y en la mayoría de los casos el deseo del famoso de no ser olvidado.
Cuando nuestro Señor Jesús inició su ministerio público, fue el objeto inmediato de las miradas de quienes habitaban aquellos lugares, y las personas se agolpaban a su alrededor en busca de ayuda. No obstante, en medio de toda aquella ola de atención, Él sabía que el tiempo a solas con Dios era esencial para mantener su fuerza y perspectiva.
Por esta misma razón, cuando sus discípulos regresaron de su exitosa misión de “predicar el reino de Dios, y sanar a los enfermos”, Jesús los llevó a un lugar tranquilo a descansar, en la ciudad de Betsaida (Lucas 9:2;10). Sin embargo, al poco tiempo, las multitudes los encontraron y el Señor: “… los recibió, y les hablaba del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de ser sanados” (Lucas 9:11). En lugar de despedirlos, ¡el Señor organizó “un picnic” al aire libre para cinco mil personas! (Lucas 9:12-17).
Jesús no era inmune a la presión de los curiosos y los angustiados, pero era consciente de que tanto Él como los suyos también necesitaban descansar, por ello mantuvo el equilibrio entre el servicio público y la soledad privada, al tener tiempo a solas para descansar y orar a su Padre (Lucas 5:16).
- En muchas ocasiones debes bajar el volumen de la vida para permitirte escuchar a Dios.
- Señor, que podamos imitarte y encontrar el equilibrio entre el descanso y el servicio.
HG/MD
“Pero él se apartaba a los lugares desiertos y oraba” (Lucas 5:16).






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