Lectura: Lucas 15:11-32

La historia del hijo pródigo muestra la forma en la cual muchas veces los seres humanos reaccionamos en la vida, esta es la historia de dos hermanos y un padre amoroso, y al leerla con detenimiento, puede ser que aprendas mucho más de ti mismo.

Por una parte, quizás el pecado de llevar una vida desenfrenada mostrada por el hermano menor, no sea lo que caracterice a la mayoría, pero puede que sí, el pecado de tener una actitud de superioridad moral y de juicio como la que tuvo el hermano mayor.  Por supuesto, resulta muy sencillo evidenciar los resultados de una vida abiertamente inmoral, no obstante, es un poco más complicado detectar el veneno que se esconde detrás de una fachada de moralidad, que sólo busca el reconocimiento de buenos actos o que realiza comparaciones llenas de prejuicios.

Es por ello que el hermano mayor elige la ira y el juicio en lugar del perdón (Lucas 15:28), el distanciamiento, en lugar del reencuentro (v.28).  Condena y desconoce, al decirle a su padre “este tu hijo” (v.30), en lugar de llamarle “mi hermano”.  Ciertamente este hermano, no había entendido en verdad la maravillosa gracia de Dios.

Y lo maravilloso de esta parábola, es el principio bíblico que muestra el padre de estos hermanos, quien ama incondicionalmente a sus hijos; con el primero, quien volvió arrepentido y sin ningún tipo de expectativas de perdón, su padre “…tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y lo besó” (v.20); y con el hermano mayor, no hubo una reprimenda por su actitud inmadura, sino que: “Salió, pues, su padre y le rogaba que entrara” (v.28).  Este padre mostró el gozo por el regreso de su hijo menor a quien creía perdido, y el anhelo en su corazón para que el hijo mayor sintiera lo mismo que él con respecto a su hermano menor.  Jesús dejó esta desafiante enseñanza para que comprendas la forma como Dios te busca en su infinita gracia, a pesar de tus necedades.

  1. ¿Te has encontrado en el lugar de alguno de estos dos hermanos?  Y si es así, ¿cómo respondiste? ¿Y cómo responderías ahora, basado en tu conocimiento de la gracia de Dios?
  2. El amor de Dios cambia a los hijos pródigos y a los hijos acusadores, convirtiéndolos en hijos que lo imitan (1 Corintios 11:1).

HG/MD

“Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado” (Lucas 15:32).