Lectura: Salmo 139:1-14

Mateo, el hijo de un amigo, tenía un héroe deportivo, se trataba de un extraordinario jugador con increíbles números a su favor, muchos títulos y reconocimientos como futbolista, en sus mejores tiempos era prácticamente imposible detenerlo.

El problema que llegó a tener Mateo, fue su deseo de llegar a ser tan parecido a su héroe que le impidió estar contento y disfrutar del deporte.  Con el tiempo se dio cuenta que nunca podría jugar como su héroe y esto lo desilusionó, incluso dejó de jugar futbol por su frustración de no poder alcanzar el nivel de aquella estrella del deporte.

Los niños, jóvenes e inclusive adultos, siguen teniendo esta clase de problemas. No están contentos con lo que Dios planeó para sus vidas, porque se comparan con sus héroes quienes en realidad también son “imperfectos”.

No entienden que en verdad nunca jamás habrá alguien como ellos, que cada uno es irrepetible, con defectos y virtudes; el escritor del Salmo 139:14 lo entendió muy bien cuando dijo: “Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien”. Sabes, tú eres una de sus maravillosas creaciones, y tienes que sentirte bien ya que Dios te hizo exactamente como Él quería que fueras para cumplir con la misión encomendada, compartir las buenas nuevas del Evangelio.

  1. Eres irrepetible, créelo.  Nunca habrá nadie tan maravilloso como tú.
  2. Eres parte del plan perfecto de Dios y te creó para participar en él.  Los héroes humanos son imperfectos, es por eso que debes buscar imitar al héroe perfecto: Jesús.

HG/MD

“Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:14).