Lectura: Juan 15:18-16:4

Cuando la graduada de secundaria Angela Guidry presentó una copia de su discurso de despedida a los administradores de la escuela, el director le exigió que tenía que remover una parte.  Era una frase que decía: “Para mí lo más importante en la vida, no es si usted tiene una buena educación o un buen trabajo,  lo más importante es sí tienes o no al Señor en tu vida.”

La situación empeoró cuando la consejera de la escuela vio el discurso. Según un informe de prensa,  ella criticó fuertemente a Angela en presencia de otros estudiantes y de hecho la agarró del brazo para evitar que se alejara.  Incluso por unos minutos continuó haciendo comentarios despectivos y difamatorios sobre las creencias religiosas de Angela.

A veces los creyentes invitan al odio y al rechazo ante la presentación de la verdad de una manera insensible.  Ese no fue el caso de Angela, y nunca debería ser el nuestro.  Pero a veces nos encontraremos con hostilidad no importa cuán discretos seamos.  Cuando esto ocurre, debemos responder con palabras amables y buenas acciones, no con palabras vengativas o con represalias (Mt. 5:43-44; Rom 12:17-21). La respuesta amable del amor, es siempre el mejor antídoto para el odio del mundo.

1. En ocasiones hasta la luz más esplendorosa como lo es el mensaje del Evangelio, hace que los ojos no acostumbrados se recientan.

2. Si estás seguro de la aprobación de Dios, no necesitas temer a la desaprobación del mundo.

NPD/HVL