Lectura: 1 Tesalonicenses 5:12-24

El saltador de cabeza negra es un ave que nos sorprende por la cantidad y complejidad de vocalizaciones que puede realizar.

Investigadores de varias universidades se dieron cuenta que estas aves son capaces de producir sonidos de alta frecuencia, cuando quieren advertirles a otras aves que existe un peligro inminente.  Pero no se queda ahí, dependiendo de la situación, su canto puede comunicar la localización de alguna fuente de alimento, un llamado al apareamiento o simplemente indicar su superioridad frente a otros de su especie.

Resulta también interesante que estas aves no alertan la cercanía de grandes aves de rapiña pues no están dentro de su base alimenticia, pero sí realizan un gran despliegue de sonidos de alarma, cuando detectan por ejemplo búhos pequeños que se encuentran en su lista de enemigos naturales. Los creyentes podríamos aprender varias lecciones de estas pequeñas aves

En la primera carta a los Tesalonicenses, el apóstol Pablo advierte a sus lectores de la siguiente forma: “Miren que nadie devuelva a otro mal por mal; en cambio, procuren siempre lo bueno los unos para los otros y para con todos… No apaguen el Espíritu… examinen todo, retengan lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:15,19,21). 

Pablo indica que debemos prestar atención a los asuntos del corazón que pueden causarnos numerosos problemas, ya que muchas veces percibimos que ciertas cosas pequeñas no tienen la capacidad de hacernos daño y eso es un grave error, por ejemplo, creer que existen mentiras piadosas que no son tan malas, o pensar que lo que hacemos sólo nos afecta a nosotros.

  1. El Espíritu Santo es como esas aves centinelas que nos advierten cuando un mal está cerca, escuchémoslo (Juan 16:8).
  2. ¡Atención!, estamos en medio de un campo de batalla, hagamos nuestro trabajo con la ayuda de Dios (Juan 17:15).

HG/MD

“Más bien, examinen todo, retengan lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).