Lectura: Lucas 10:17-24
En una ocasión me presenté en el mostrador de una aerolínea, y traté de hacer el trámite para abordar; la chica que me atendió empezó a buscar mi nombre en la lista de pasajeros y ¡oh sorpresa, no estaba mi nombre!
El problema fue la sobreventa de espacios por parte de la aerolínea, que por cierto es un problema cada vez más frecuente en algunas aerolíneas; la consecuencia fue que no pude abordar al avión, y a pesar de que me ofrecieron una “compensación”, un cuarto de hotel y un par de comidas, mi esperanza se frustró al no poder llegar a mi casa ese día.
Esta complicación en mis planes me hizo recordar otro tipo de lista, la del libro de la vida. En Lucas 10, cuando los discípulos del Señor regresaron de su viaje de evangelismo en las aldeas cercanas, venían muy alegres debido a los resultados que obtuvieron; en ese momento el Señor les recordó lo siguiente: “…no se regocijen de esto, de que los espíritus se les sujeten, sino regocíjense de que sus nombres están inscritos en los cielos” (Lucas 10:20). Lo que quiso enseñarles fue que no debían alegrarse solamente debido al éxito temporal, sino por un hecho todavía más importante, que su nombre estaba escrito en el libro de Dios.
Entonces, ¿cómo puedes estar seguro de que tu nombre aparece en ese libro? La Palabra de Dios afirma: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Recuerda, la salvación es gratuita pero no fue barata ya que le costó la vida a nuestro Señor.
- Entonces, ¿quieres que tu nombre esté en el libro de la vida? En primera instancia reconoce tu problema: el pecado, que en palabras simples: “es toda acción, pensamiento o sentimiento que va en contra de la voluntad de Dios, lo cual tiene como resultado la muerte”.
- Luego, pon en práctica la solución: arrepiéntete de ese mal accionar y entiende que no puedes salvarte por ti mismo, necesitas a Dios; la buena noticia es que Jesús murió en la cruz por tus pecados, resucitó tres días después y conquistó la muerte para darte la posibilidad de tener vida eterna con Él, ¡acepta su regalo de salvación!
HG/MD
“Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
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