Lectura: 1 Samuel 24:1-22

Si existió una relación en la Biblia que resulta altamente complicada, fue la que tuvieron David y Saúl.  A pesar del odio que guardaba Saúl en su corazón, David fue a rescatarlo en varias ocasiones (tanto con su arpa como en calidad de guerrero). El mejor amigo de David fue Jonatán, el hijo de Saúl, incluso estuvo casado con la hija menor de Saul, Mical. 

Alguien podría pensar que siendo David el amigo de Jonatán y esposo de Mical, debió haber tenido una buena relación con Saul; sin embargo, no era así, Saúl estaba decidido a hacerle daño al joven pastor.  Dos veces trató de herirlo a filo de espada mientras tocaba el arpa para él.  Y un tiempo después envió a sus tropas para perseguirlo y matarlo.

En nuestra lectura devocional pudimos leer que finalmente los dos se cruzaron en el camino, y en ese momento quien tuvo la oportunidad de acabar con la vida de Saúl fue David; no obstante, no lo hizo: “No extenderé mi mano contra mi señor, porque él es el ungido del SEÑOR” (1 Samuel 24.10); en lugar de matarlo, con mucho cuidado cortó la orilla del manto del Rey (v.4).  Cuando se encontraron frente a frente, David aprovechó para decirle las siguientes palabras: “…mi mano no será contra ti” (v.13).  Saúl vio que David había pagado su mal con bien, y lloró (v.16-17).

En ocasiones nos enfrentamos con personas que están deseosas de hacernos el mal o quieren el mal para nosotros, y puede ocurrir que tengamos la oportunidad de vengarnos de esa persona o causarle un mal; cuando eso pase recordemos la forma en la cual David se comportó con Saúl, hagamos la voluntad de Dios, no paguemos mal con mal, actuemos con sabiduría y hagamos el bien, seamos inteligentes como fue David, quien en lugar de matar a su enemigo, sagazmente cortó un trozo de tela que le mostró a su “enemigo” que no le deseaba el mal.

  1. Uno de los grandes desafíos de la vida, es pagar con un bien el mal que nos hacen.  Recuerda que al hacer esto nos pareceremos más a nuestro Señor, quien murió en la cruz por nosotros que éramos sus enemigos (Efesios 2:1-3).
  2. Recordemos siempre lo siguiente: “Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).

HG/MD

“Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).