Lectura: Salmos 85:1-13

Ya se están quedando en el olvido los días cuando se llamaba a un comercio u oficina, y respondía un ser humano del otro lado de la línea, ahora los que contestan en muchos lugares son programas de cómputo con cierto tipo de inteligencia artificial, que tratan de responder a los problemas más comunes, sólo cuando no hay nada que hacer puede ser que conteste una persona.

Por supuesto, me alegra que esto no suceda con nuestro Padre Celestial.  Él siempre está ahí, no existe una máquina que te diga: “presione el 2 para recibir perdón”, “le agradecemos su espera, su llamada es importante para nosotros, usted es el número 2.051.654 esperando para hablar con Dios”.

Con Dios la comunicación es directa: “Clama a mí, y te responderé” (Jeremías 33:3), esto nunca ha sido reemplazado por: “en este momento todas las líneas se encuentran ocupadas”.

Pero, antes de seguir adelante debemos recordar algo muy importante, la comunicación es de dos vías: “un emisor” y un “receptor” y viceversa, ¿Tiene Dios acceso a nosotros?

Dios desea hablarnos también a través de Su Palabra, cuando atentamente prestamos oídos y atención a los principios que encontramos en la Biblia para este tiempo, y además Él también nos habla de forma directa y clara por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros (2 Timoteo 1:14).

Nuestro Señor siempre tiene las líneas abiertas, hablemos con Él continuamente, no sólo cuando tenemos problemas, también prestemos atención a lo que Él tiene que decirnos para que vivamos según Su voluntad (2 Timoteo 2:1-7).

  1. El gozo de escuchar al Espíritu Santo es un llamado que no querremos perdernos.
  2. ¿Compartimos con otros el mensaje de salvación que encontramos por medio de Su Palabra, la Biblia?

HG/MD

“Pero, ¿quién ha estado en el consejo secreto del Señor y ha percibido y oído su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra y la ha obedecido?” (Jeremías 23:18).