Lectura: Romanos 6:15-23

Hoy el mundo ha hecho de la “libertad” su dios.  Para la mayoría esta supuesta libertad es de suma importancia, ya sea para terminar con la vida de un bebé no nacido, o simplemente para no cumplir con la ley de tránsito, como conducir una motocicleta sin casco u otros aditamentos de seguridad.

Ciertamente, algunas libertades son buenas, como las que la mayoría de nuestros pueblos disfrutan al poder elegir a sus gobernantes; sin embargo, también hay otras que no hacen más que causarnos daño.  Por ejemplo, cuando nos adaptamos a una forma de vida sin valores, que poco a poco está minando y destruyendo la sociedad en la que habitamos.

El apóstol Pablo conocía muy bien que la libertad es un arma de doble filo.  Comprendía muy bien que las decisiones que tomamos tienen consecuencias para bien o para mal, y también sabía que tan sólo existe una libertad que nunca nos dañará, la que obtenemos cuando llegamos a ser siervos de nuestro Señor Jesús (Romanos 6:6-8).

Al depositar nuestra fe en Jesús como nuestro Salvador, inmediatamente nos convertimos en sus  siervos o esclavos.  Aunque la palabra “esclavo” pueda resultarnos un tanto dura, en verdad nos libera de la carga de tratar de “ganar” nuestra salvación por medio de las obras (Romanos 6:23).  Nos libera también de la esclavitud del pecado y nos ubica en la senda correcta, la cual nos acerca cada vez más a nuestro amado Señor Jesús.  Nuestra esclavitud por amor a Dios, produce cambios diarios en nosotros, nos conduce a ser más como Él (v.22).

  1. Puedes tener sólo dos amos en esta vida, uno es el pecado y el otro es Jesús. ¿Con cuál te quedarás? Tu destino final dependerá del amo a quien sirves.
  2. Puedes adorar tu libertad de escoger o escoger vivir según la Verdad.

HG/MD

“Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres” (Juan 8:36).