Lectura: 1 Corintios 12:12-27

Estábamos a miles de kilómetros lejos de casa, cuando un accidente automovilístico nos puso a ambos en el hospital.   El marido fue dado de alta en pocos días, pero la mujer se encontraba en estado crítico con heridas graves en la cabeza.

Lejos de su hogar, sus hijos, y su iglesia, este hombre podría haberse sentido varado y abandonado, mientras su esposa estaba en coma en el hospital. Pero no lo hizo. Los miembros de una iglesia local se enteraron de su situación y llegaron al rescate. «Vamos a ser su familia de la iglesia, mientras que usted está aquí», le aseguraron.

Pronto la gente de la iglesia empezó su plan de visitas a la pareja, proveyendo para el  marido el transporte, y les asesoraron con los médicos.

El único vínculo en común entre esta pareja y estas personas era su fe en Jesucristo. Sin embargo, ellos fueron más allá.  Esto les permitió alcanzar en amor a una pareja cuya vida repentinamente se había interrumpido. ¡Así es como se supone que el cuerpo de creyentes pone manos a la obra!

Tenemos la tendencia a favorecer a las personas en nuestra iglesia sobre las otras, tendemos a creer que sus necesidades son menos importantes ya que no adoran con nosotros. Sin embargo, todos los creyentes que hemos puesto nuestra fe en el sacrificio salvífico de Jesús somos miembros del cuerpo de Cristo, y debemos tratarnos como tales. Y debemos estar siempre dispuestos a ayudar en momentos de necesidad.

1. Sería buena idea que de vez en cuando nos desprendamos de nuestros recursos con el fin de ayudar a otros.
2. En lo afecta a los hijos de Dios, afecta a la familia de Dios.

NPD/DB