Lectura: Salmos 147:1-20

Como es costumbre al inicio del año nuevo, muchos medios de comunicación, periódicos, noticieros y páginas web, publican listas de personalidades y celebridades que murieron en los pasados 12 meses de año.  Es normal que en ocasiones, alguien a quien reconocimos de esa lista, remueva nuestros recuerdos de una manera especial.

También en ocasiones también habrá una lista al final del año escrita profundamente en nuestros corazones, con los nombres de algunas personas que nos dejaron, una madre, un padre, un amigo, una hermana, un familiar al cual apreciábamos, etc.  Es difícil, que encontremos algún dolor más grande en este mundo, que el de perder a una persona a la cual amamos.

Cuando la perdida y el dolor aparecen en nuestras vidas y creemos que sea imposible soportarlas, ¿a quién podemos recurrir?  En nuestra lectura de hoy que realizamos en el Salmo 147, que sí tenemos a alguien a quien recurrir el Señor, quien “sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Salmos 147:3).   Cuando sufrimos una lesión física, la herida se trata inmediatamente, más la sanidad total tomará un tiempo en recuperarse, Dios sanará de la misma forma nuestra aflicción del alma.

En este Salmo 147, encontraremos ayuda para enfrentar el proceso de recuperación del alma.  El Salmo comienza y termina con las mismas palabras: “¡Aleluya! Alabado el Señor”.  Cuando llegamos al intermedio de este se celebran los atributos y las obras del Señor.

  1. Al terminar hoy este devocional, escribe algo por lo que puedas alabar a Dios, y te desafiamos que en cada día del mes de enero, agrega otra cosa a esa lista. A medida que te centres en el Señor, Él sanará tu corazón y elevarás tu voz en una alabanza sincera a nuestro Dios y Señor.
  2. La alabanza sincera quitará la carga de la aflicción.

HG/MD

“¡Aleluya! Ciertamente es bueno cantar salmos a nuestro Dios; ciertamente es agradable y bella la alabanza”  (Salmos 147:1).