Lectura: Génesis 29:14-30

Una vez me compartieron el video de un niño quien quería tener un hermanito para poder jugar con él, utilizando sus autos de juguete y practicando su deporte favorito. No obstante, por segunda vez lo que obtuvo fue una hermana, entonces, en medio de la decepción se lamentó diciendo: “¡Siempre niñas, niñas y más niñas!”.

Esta historia cómica es un ejemplo perfecto de que las expectativas humanas están muy lejos de la realidad, y que a ninguna persona le gustan las decepciones.

Jacob, el hijo de Isaac en la Biblia, conoció bien este sentimiento ya que había acordado con su suegro trabajar siete años para casarse con Raquel. Sin embargo, tras la noche de bodas se llevó una gran sorpresa al descubrir que estaba con Lea, la otra hija de Labán.

Normalmente sólo pensamos en la decepción de Jacob, pero ¿te imaginas cómo se habrá sentido Lea al ser forzada a casarse con un hombre que no la amaba?

El Salmo 37:4 nos dice lo siguiente: “Deléitate en el Señor y él te concederá los anhelos de tu corazón”. Entonces, los que temen al Señor, ¿nunca se desilusionan? Por supuesto que sí, pero, aunque las injusticias nos rodeen, debemos adoptar la perspectiva a largo plazo del salmista: “Calla delante del Señor y espera en él” (Salmo 37:7), ya que “los mansos heredarán la tierra” (Salmo 37:11).

Como nota final, es importante darse cuenta de que fue Lea a quien Jacob honró y sepultó con sus ancestros (Génesis 49:31), y fue a través del linaje de esta mujer quien pensó que no la amaban, que Dios bendijo al mundo con nuestro Salvador.

1. Las decepciones son parte normal de la vida, entonces no te enfoques en ellas y disfruta las bendiciones que has recibido.
2. Esperar en el Señor pone tu paciencia a prueba, pero el resultado nunca te decepcionará si tu mirada está puesta en Dios.

HG/MD

“Deléitate en el Señor y él te concederá los anhelos de tu corazón” (Salmo 37:4).