Lectura: Job 12:1-10

Durante la pasada pandemia hubo muchas personas que perdieron sus trabajos, y que continúan en esa condición aun en este momento.

Debido a esa realidad muchas organizaciones, entre ellas algunas iglesias, crearon grupos para ayudar a otros creyentes que se habían quedado sin trabajo. Los aconsejan sobre cómo redactar un currículo, les brindan redes de contactos y respaldo en oración.

Sin embargo, con el tiempo se percataron de un problema: cuando alguien conseguía trabajo, casi nunca volvía al grupo para brindar estímulo. Eso aumentaba el sentimiento de soledad y aislamiento del resto.

Para empeorar la situación también se dieron cuenta de que los comentarios de quienes nunca perdieron el trabajo, fueron más duros y señaladores, diciendo que era culpa de ellos mismos el hecho de no haber conseguido un trabajo aún.

Estas acusaciones me recuerdan a los amigos de Job ante su sufrimiento: “Si fueras limpio y recto, ciertamente ahora él velaría por ti y te restauraría la morada que en justicia mereces” (8:6). Y al continuar con la lectura de este interesante libro en el capítulo 12, Job empieza a expresarse en términos modernos que los trabajadores actuales pueden entender perfectamente, al decir que se siente despreciado por aquellos que viven sin problemas (v. 5).

Es por este tipo de pensamientos que cuando las cosas no van tan bien como quisiéramos, empezamos a pensar que quienes no tienen problemas son, de cierto modo, mejores que nosotros, o que Dios los ama más que aquellos de nosotros a quienes no nos va tan bien, con lo cual olvidamos que los efectos de este mundo caído no discriminan.

El Señor nos ama a todos, y todos lo necesitamos en las buenas y en las malas. El éxito, la abundancia y la posición social que Dios nos ha dado, son herramientas para ayudarnos a alentar a otros en tiempos de necesidad.

  1. ¿A quién puedes alentar esta semana para que mejore la situación que vive?
  2. Las cosas de este mundo son temporales, no te equivoques, en cualquier momento se pueden esfumar y puede ser que necesites ayuda de aquellos a quienes un día despreciaste.

HG/MD

“Por lo cual, anímense los unos a los otros y edifíquense los unos a los otros, así como ya lo hacen.” (1 Tesalonicenses 5:11).