Lectura: 1 Pedro 2:21-25

Una pequeña había sido atropellada gravemente y fue llevada de emergencia al hospital.  Había perdido gran cantidad de sangre, y necesitaba una transfusión de un tipo de sangre muy raro.

Luego de muchos estudios y exámenes, descubrieron que su hermano de 12 años tenía el mismo tipo de sangre.  El doctor, viendo la cara de asustado del muchacho, y conociendo que les tenía terror a las agujas, lo llevó aparte un momento, y le dijo: “Tu hermana está muy mal.  A menos que le pongamos un poco de sangre, me temo que no estará con nosotros mañana, ¿estás dispuesto a dar un poco de tu sangre a tu hermanita?, ¡es la hora de ser valiente!” El rostro del muchacho palideció y abrió los ojos con temor, para luego de unos instantes que parecieron horas, susurrarle al médico con voz temblorosa: “Le daré mi sangre a mi hermana”.

Mientras realizaban el procedimiento de transfusión, el muchacho observaba cómo salía de su brazo la sangre que sería utilizada para su hermana; el médico notó la cara de nerviosismo del joven y lo reconfortó diciéndole: “Pronto terminará todo”.  En ese momento brotaron lágrimas de sus juveniles ojos y con voz entre cortada dijo: “¿Significa eso que moriré pronto?”  En su inocencia, el muchacho había entendido que, por medio de aquel procedimiento, él estaba dando su vida por la de su hermana.  El doctor con ojos de amor le dijo: “No, pero con tu pequeño sacrificio le estas dando a tu hermana la oportunidad de vivir”.

En esta semana en la que recordamos el mayor acto de amor, el elemento en que meditaremos hoy es sobre esa maravillosa prueba de hasta donde estuvo dispuesto Dios hacer por amor a nosotros, Jesús dio su vida antes de que fuésemos sus amigos, tal como lo escribe el apóstol Pablo en Romanos 5:10: “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, cuánto más, ya reconciliados, seremos salvos por su vida”.

  1. Hoy es el día para que empieces a experimentar el amor de Dios en tu vida, acepta su oferta, reconoce que tu camino no te está llevando a ninguna parte, sé humilde y admite que necesitas del perdón de Dios; haciendo eso, mediante la fe en Jesús y su sacrificio perfecto, tendrás la oportunidad de vivir una nueva vida (2 Corintios 5:17-20).
  2. Al soportar nuestro desprecio y odio, Jesús nos mostró Su amor.

HG/MD

“Nadie tiene mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13).