Lectura: Mateo 20:20-28

En una realidad que nadie quiere parecer débil, es por ello que los seres humanos constantemente buscamos formas mediante las cuales podamos parecer más fuertes de lo que somos. Para ello algunos ponen en práctica muchas estrategias, por ejemplo, utilizan sus recursos económicos para aparentar superioridad, otros manipulan con las emociones, la fuerza, o incluso usan su intelecto para intimidar a los demás, y todo para ocultar sus propias debilidades.

Para ser realmente fuertes necesitamos admitir nuestras limitaciones y reconocer humilmente que dependemos de nuestro Señor.  Esto lo experimentó en su propia carne el apóstol Pablo, cuando le pidió a Dios que le quitara una aflicción que padecía, pero la respuesta de Dios fue categórica: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).  Al entender la lección, el apóstol pronunció palabras que podrían parecerle un tanto extrañas e ilógicas a alguien que no tenga una relación profunda y creciente con Dios: “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10). 

Casi al final de su ministerio terrenal, el Señor les enseñó a sus discípulos el mismo principio, esta vez enfocado desde una perspectiva diferente; algunos de ellos estaban luchando entre sí para ver cuál sería el más importante en el reino de los cielos, pero Jesús utilizó esa situación para mostrarles que en Su reino las cosas serían muy diferentes: “…cualquiera que anhele ser grande entre ustedes será su servidor” (Mateo 20:26).  Al decirles esto les enseñó que debían asumir una posición que posiblemente sería vista por otros como una debilidad, pero que en realidad mostraba fortaleza de carácter.

  1. No sigas viviendo con la ilusión de una fortaleza que en realidad es una debilidad.  Dios quiere que entiendas que la verdadera fuerza emerge cuando dejamos de controlar a las personas y comenzamos a servirles.
  2. El servicio a Dios es una aventura nueva que vivimos cada día.

HG/MD

“Entre ustedes no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre ustedes será su servidor” (Mateo 20:26).