Lectura: Filipenses 3:1-11

El escritor de ciencia ficción Isaac Asimov (1919-1992), cuenta en uno de sus libros sobre la difícil situación que vivió un hombre identificado como el señor Jones, durante un vuelo sobre el océano.  En un momento en el cual la turbulencia era especialmente complicada, una azafata se le acercó, le dio una palmadita en el hombro y le dijo: “Caballero, sé que parece horrible, pero recuerde: nadie se ha muerto nunca de mareo”.  El hombre levantó su cabeza con una cara verdosa por el mareo y le respondió: ¡No me diga, lo que me mantiene vivo entonces es la maravillosa esperanza de morir!

Las palabras de este hombre por supuesto están llenas de ironía. Como creyentes al leer las palabras que Pablo nos comunicó en su carta a los Filipenses, encontramos algunas similitudes: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.  Pero si el vivir en la carne me sirve para una obra fructífera, ¿cuál escogeré? No lo sé.  Me siento presionado por ambas partes. Tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:21-23).

Pero, no debemos equivocarnos al pensar que Pablo estaba buscando un alivio escapatorio para su sufrimiento, lo que muestra este pasaje es su fuerte fe arraigada en Jesús, mediante la cual tenía certeza de que estar al lado de su Señor, es el fin último que todo creyente anhela; sin embargo, mientras estemos en esta tierra nuestro gozo y privilegio es el servicio para Él y nuestros semejantes.

Esta es la clase de vida cristiana que el Señor espera que cada uno de los que dicen ser sus seguidores practiquen, una vida con propósito en la cual cada creyente demuestre el carácter y prioridades de Cristo (Gálatas 2:20).

  1. Gracias Jesús por haber resucitado y ofrecernos tu perdón. Esa es nuestra razón para vivir
  2. Los que están preparados para morir a causa de su fe en Jesús, son los que están mejor preparados para vivir.

HG/MD

“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).